La creciente demanda de los mercados internacionales y la búsqueda por un posicionamiento cada vez más competitivo de organizaciones y de países en desarrollo, sumado aún al poderío económico de las sociedades industrializadas, hace con que nuestro planeta sufra consecuencias severas, afectando el estilo de vida actual y proyectando para que en 30 o 40 años, la calidad de vida baje de sobremanera caso algo no sea hecho inmediatamente.

Nuestro planeta vive un difícil momento, ya que no consigue más de manera natural absorber y transformar los gases causadores de los efectos nocivos al medio ambiente, responsables por el Cambio Climático y que son provenientes de la actividad humana. Entre ellos, se encuentran aquellos que agravan el Efecto Invernadero, conocidos como GHG (Green House Gases).

Sabemos que el Efecto Invernadero es un efecto natural, sin lo cual la temperatura media de la Tierra seria de aproximadamente -10º C, dificultando la existencia de la vida como conocemos hoy. Por otro lado, el exceso de emisión de algunos gases como el Dióxido de Carbón (CO2), el Metano (CH4) y el Oxido de Nitrógeno (N2O), hace con que se incremente más la temperatura media del Planeta. Según científicos y expertos, las consecuencias del agrave de este efecto son inimaginablemente desastrosas, afectando el equilibrio de la naturaleza, derritiendo las placas polares, aumentando el nivel del mar, incrementando la ocurrencia de tempestades, cada vez más fuertes y frecuentes, inundaciones constantes, entre otros efectos.

La quema de combustibles fósiles resulta en el aumento de emisiones de los GHG y es vista hoy día como una de las principales causas agravadoras del cambio climático. Soluciones viables pueden ser estudiadas a través de acciones de los gobiernos de naciones que son inmensamente industrializadas, sumadas a aquellas en constante desarrollo, desde que se invierta tiempo y recursos para una regulación eficaz y legislación apropiada, de manera que
facilite acciones que puedan reverter este cuadro.

El incremento de la utilización del Gas Licuado de Petróleo, mismo considerado un energético “non-zero GHG”, debe ser entendido como una solución rápida, abundante, moderna y eficaz para la reducción de la emisión de los gases causadores del efecto invernadero, cuando utilizado en lugar o en conjunto de otros energéticos que generan más polución. Químicamente, por contener generalmente en su composición de 3 a 4 átomos de carbón por molécula, el GLP emite “estequiometricamente” menos CO2 que otros combustibles, como la gasolina, queroseno, diesel, fueloil, leña o carbón que poseen cadenas carbónicas mucho mas grandes. Aún con relación a emisiones de CO2, el gas licuado de petróleo solamente pierde para el Gas Natural, pues este es compuesto por Metano y posee solamente un carbón en cada molécula. Por otro lado, el gas natural necesita gran inversión para su disponibilidad, no llegando a todos los rincones cuando comparado al GLP, teniendo aún riesgo de falta de suministro en algunas zonas  de alto consumo. Por fin, cuando este último resulta en fuga, su presencia afecta enormemente más al efecto invernadero que el propio CO2, principalmente por poseer densidad menor que del aire y acceder bastante rápido a la atmósfera.

El GLP suma una cantidad de características que le confiere una serie de ventajas frente a sus concurrentes, entre ellas se destaca: una quema limpia, un producto transportable, de fácil almacenamiento, de bajo coste, inmensamente conocido y disponible, moderno, con bajo contenido de carbón, bajo ciclo de vida en la atmósfera (instabilidad como vapor), sustituto ideal en el caso de consumo de combustibles sólidos como leña y carbón que, además del impacto
ambiental, son causadores de enfermedades bronco respiratorias.

Muchas iniciativas fueron creadas con la finalidad de combatir el Cambio Climático y sus causas. Uno de los mecanismos desarrollado de manera que los gobiernos puedan fomentar la reducción de dichas emisiones, fue el acuerdo firmado entre los países fuertemente industrializados en la Cumbre de Kyoto (1997), cuyo objetivo era lo de bajar en media 5,2 % la emisión de 6 gases causadores del Efecto Invernadero hasta el año 2010, con base en lo que se emitía en el año 1990. En febrero de 2005 el Protocolo de Kyoto fue ratificado para la reducción media de 5% aproximadamente de los GHG hasta el año 2012. Los valores nominales son distintos entre regiones o países.

El Protocolo de Kyoto contempla básicamente tres mecanismos para soportar las reducciones propuestas: el Mercado de Carbón, donde los países que sobrepasen sus reducciones de emisión puedan vender su excedente a otro; los Mecanismos de Desarrollo Limpio (MDL) donde países industrializados invierten en países en desarrollo de manera que puedan utilizar las reducciones alcanzadas como crédito para sus metas de emisiones; y el Joint Implementation donde países industrializados invierten en otros países industrializados y la reducción alcanzada cuenta a su favor.

Algunos países fuertemente industrializados, con la finalidad de apoyar el alcance de los objetivos del Protocolo de Kyoto, legislan de manera a imponer sanciones para aquellos que no cumplen con las metas propuestas. De esta manera, podemos concluir claramente que, el incremento de la utilización del GLP en las matrices energéticas de dichos países puede e debe ser considerada una opción viable y eficaz.

Como ejemplo, la quema de GLP en vehículos automotores frente a carburantes como la gasolina puede representar 27% menos de emisión de GHG (CO2). Además las inversiones para adaptar un motor ciclo Otto para quema de GLP suele costar en media unos US$ 500,00, y en muchos caso el coste proporcional del GLP frente a la gasolina puede costar la mitad.

El hecho es que el GLP produce mucho menos emisiones de GHG comparado a las fuentes de energía convencionales, cuando de las aplicaciones estacionarias como el calentamiento de agua, de ambientes, cocina, calentamiento industrial y aplicaciones en transporte. Además, el GLP puede perfectamente complementar la distribución de fuentes de energía renovable como la solar, del viento, geotérmica y maremotriz. Cuando utilizada en combinación de estas, suele incrementar los resultados y reducir los costes de ciclo de vida.

Cuando implementadas políticas de Cambio Climático, cada tonelada de GHG reducida ayuda específicamente en el contexto de cambio de emisiones. El GLP ofrece tremenda oportunidad para un enorme rango de aplicaciones industriales para alcanzar o exceder los requerimientos legales de emisiones de GHG, y eso es enormemente viable hoy día.

Si los responsables por elaboraciones de normas y políticas pudieren considerar el GLP como un fuerte sustituto o trabajando en conjunto con otros energéticos, se queda la pregunta: Cambio Climático y el GLP ¿Puede ser esa la solución?

André Donha Lopes, Director Ejecutivo – AIGLP