Recientemente, la Comisión de Minas y Energía de la Cámara de Diputados promovió un debate sobre el uso del GLP (Gas Licuado de Petróleo) en la industria. El evento se llevó a cabo en la Universidad Federal de Mato Grosso do Sul (UFMS) y fue un tema destacado en las conversaciones del sector. Las restricciones al uso del GLP para calefacción de piscinas, saunas, calderas y motores surgieron en 1991, durante la Guerra del Golfo, cuando los precios de los combustibles se dispararon y el gobierno brasileño temía una escasez prolongada de los derivados del petróleo.

Más de 30 años después, el escenario energético global y nacional es completamente diferente. En 2016, la Agencia Nacional del Petróleo, Gas Natural y Biocombustibles de Brasil (ANP) comenzó a flexibilizar el uso del GLP en ciertos equipos industriales, y ahora, en 2024, es evidente que la legislación necesita adaptarse a la nueva realidad energética. El GLP se presenta no solo como una alternativa viable, sino también como una solución estratégica para la seguridad y eficiencia energética en Brasil.

Dos proyectos conducidos por la UFMS ilustran bien el potencial del GLP. Durante la pandemia de Covid-19, un generador impulsado por gas fue esencial para el funcionamiento del Hospital de campaña de Campo Grande, demostrando cómo su uso puede ser una fuente confiable y eficiente en la generación de energía eléctrica. Otro proyecto exploró el uso de GLP para la oxigenación de tanques de piscicultura, comprobando su viabilidad y eficiencia en la producción de peces, lo cual representa un gran beneficio, especialmente para la agricultura familiar.

En un mundo donde el cambio climático impone desafíos cada vez mayores, es fundamental considerar fuentes de energía con menor huella de carbono. El GLP es una de esas fuentes, ya que ofrece una alternativa más limpia y segura en comparación con otros combustibles fósiles. Está claro que no podemos esperar un cambio instantáneo del uso de combustibles fósiles a fuentes totalmente renovables. El GLP, entonces, se posiciona como una pieza esencial en este proceso de transición.

La discusión actual sobre el GLP radica, por lo tanto, en la necesidad de revisar la legislación y la regulación de la ANP, que fue creada en otra realidad, y ampliar sus aplicaciones. La situación en 2024 es incomparablemente diferente a la de 1991. Hoy en día, empresarios, sindicatos, políticos y gobiernos reconocen la fragilidad de las restricciones existentes y la necesidad de una actualización urgente.

La ampliación del uso del GLP también está vinculada a inversiones en infraestructura. El nuevo terminal en el Puerto de Suape (PE), con una unidad de 90 mil m³ de almacenamiento y una capacidad de movilizar alrededor de 1,5 millones de toneladas de GLP anualmente, es un ejemplo claro de esta necesidad. Esta inversión, estimada en R$ 1,2 mil millones, no solo aumentará la oferta de GLP en el mercado, sino que también contribuirá a la reducción de costos de distribución, beneficiando a toda la cadena productiva y a los consumidores finales.

En resumen, insisto: la revisión de las restricciones al uso del GLP en la industria es una necesidad urgente. El gas es una solución viable, eficiente y más sostenible para la matriz energética de Brasil, puede ayudar a enfrentar los desafíos climáticos y garantizar la competitividad del país en el escenario global. Es hora de mirar hacia el futuro y adaptar nuestra legislación al escenario actual, promoviendo el uso del GLP como un componente esencial de nuestra estrategia energética.

Pedro Zahran Turqueto es VP de Operaciones y Estrategia de Copa Energia.

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