La adopción del GLP como combustible vehicular avanza con fuerza en algunos países, pero aún enfrenta barreras estructurales.
En medio de un escenario global que exige respuestas urgentes frente al cambio climático, América Latina explora alternativas energéticas para descarbonizar el transporte, una de las principales fuentes de emisiones urbanas. En este contexto, el Autogas, nombre con el que se conoce al gas licuado de petróleo destinado a uso vehicular, resurge como una opción sólida, asequible y de impacto inmediato.
Fabricio Duarte, director ejecutivo de la Asociación Iberoamericana de Gas Licuado de Petróleo, afirmó a Surtidores Latam que el GLP vehicular es una solución madura y eficiente para avanzar hacia una movilidad más limpia. Según explicó, el mismo presenta ventajas significativas como combustible alternativo de bajas emisiones, con un equilibrio favorable entre costo ambiental y viabilidad técnica. “Su infraestructura ya existe, es accesible, y ofrece beneficios concretos desde el primer día”, destacó.
En Latam, la adopción de este carburante es aún desigual. Si bien países como México, Perú y República Dominicana lograron avances sostenidos, otros mercados apenas comienzan a explorar su potencial.
Las experiencias más exitosas se concentran en el transporte urbano, especialmente taxis, vans y vehículos livianos, con impactos positivos tanto en la reducción de emisiones contaminantes como en los costos operativos, que pueden disminuir hasta un 40% frente a la gasolina.
El caso de Perú se presenta como un ejemplo destacado de lo que puede lograrse cuando existe una coordinación eficaz entre el Estado y el sector privado. Allí, el GLP vehicular cuenta con más de 1500 estaciones de servicio homologadas, talleres de conversión certificados y una regulación coherente con los planes de movilidad urbana sostenible. Gracias a este ecosistema integrado, el mercado peruano ha mantenido un crecimiento anual sostenido superior al 10% durante la última década.
No obstante, el avance del Autogas en la región enfrenta barreras estructurales. La falta de incentivos fiscales estables, las disparidades en infraestructura de abastecimiento y la competencia con otras tecnologías como la electrificación, dificultan su expansión. Además, persisten prejuicios institucionales y falta de conocimiento técnico sobre los beneficios del GLP, lo que según Duarte requiere una estrategia de comunicación específica para sensibilizar a autoridades y consumidores.
Frente a estas limitaciones, la AIGLP plantea una serie de oportunidades estratégicas. Entre ellas, impulsar incentivos a la conversión vehicular, armonizar marcos regulatorios entre países y promover asociaciones público-privadas que permitan renovar flotas con criterios ambientales definidos. Duarte subrayó que el GLP puede cumplir un rol importante como combustible de transición en contextos donde la electrificación aún no es viable por cuestiones de infraestructura o poder adquisitivo.
“El GLP vehicular no es una solución futura: es una tecnología que ya funciona, que puede escalar y complementar la electrificación en ciudades donde los desafíos son múltiples”, sintetizó el director de la AIGLP.
Fuente: Surtidores Latam – Sol Bermo