El país azteca ha flexibilizado las reglas para la importación de hidrocarburos, lo que sugiere una apertura del mercado pese al discurso oficial de fortalecimiento estatal.

En medio de un contexto de cambios en la política energética, México ha optado por flexibilizar las reglas de importación de hidrocarburos, un movimiento que podría dinamizar el mercado y abrir nuevas oportunidades para actores privados. En diálogo con Surtidores LatamSantiago Fabián Arroyo Seguedo, abogado en URSUS Trade & Consulting, explicó que este año ha sido especialmente activo en la emisión de permisos para la importación y comercialización de gasolina y gas LP, sugiriendo una apertura gradual del sector.

“Lo que se observa es una flexibilización del mercado. En agosto y septiembre, la Secretaría de Energía emitió acuerdos que facilitan aún más las importaciones, eliminando algunas barreras y simplificando los requisitos para ciertas modalidades”, indicó Arroyo.

Sin embargo, aunque la administración actual ha mantenido un discurso orientado hacia la consolidación de las empresas estatales, Pemex y CFE; los hechos sugieren una mayor apertura en las operaciones de importación. Esto contrasta con la percepción inicial de que el gobierno podría buscar restringir la entrada de productos extranjeros para priorizar el consumo de los generados internamente.

Según Arroyo, la realidad es diferente: “No hay decretos ni acuerdos oficiales que limiten las importaciones de petrolíferos. De hecho, el mercado ha mostrado una tendencia hacia la liberalización, permitiendo mayor competencia y asegurando el abastecimiento del país”. Esta apertura podría interpretarse como una respuesta pragmática a las necesidades de la economía mexicana, que aún depende en gran medida del suministro energético proveniente del extranjero.

Aun así, más allá de esta flexibilización, la política energética sigue priorizando a Pemex y CFE. La refinería de Dos Bocas ha generado importantes desafíos financieros, y el gobierno busca consolidar la deuda de la empresa como soberana para garantizar estabilidad. En contrapunto , el fortalecimiento de estas empresas no ha frenado la emisión de permisos para la importación de hidrocarburos, lo que indica una estrategia más equilibrada de lo que sugieren las declaraciones oficiales.

En el plano internacional, Arroyo advirtió sobre una propuesta legislativa impulsada por un senador de Alaska, que pretende restringir las exportaciones de gas natural y refinados hacia México. No obstante, esta iniciativa tiene pocas probabilidades de éxito, ya que no considera la importancia del mercado mexicano para las empresas estadounidenses.

“El comercio energético entre ambos países es vital, especialmente para los estados fronterizos como Texas, que dependen del flujo constante de hidrocarburos hacia México. Además, los datos de la Agencia Internacional de Energía muestran que la demanda mexicana sigue creciendo sin interrupciones”, explicó Arroyo.

De cara al futuro, Arroyo subrayó la importancia de observar el contexto electoral en Estados Unidos, ya que el resultado de las elecciones del 5 de noviembre podría influir en la política comercial bilateral. Sin embargo, el marco del T-MEC garantiza cierta estabilidad en el corto plazo, con una revisión prevista para 2026.