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Nuevos datos de fuentes de la industria muestran que Rusia casi duplicó sus exportaciones de gas licuado de petróleo (GLP) hacia Asia Central y Afganistán en los primeros once meses de este año, enviando poco más de 1 millón de toneladas métricas a esos mercados. Ese aumento elevó la participación de la región en las exportaciones rusas de GLP a aproximadamente 36%, frente a 19% un año antes, después de que la Unión Europea impusiera restricciones a las importaciones de GLP ruso en diciembre de 2024.
Suena dramático, pero la realidad es más transaccional.
Europa no desapareció de un día para otro, pero sí cerró suficientes puertas como para obligar a los proveedores rusos a improvisar rápidamente. El GLP que antes se movía hacia el oeste ahora fluye hacia el sur y el este, hacia regiones donde la aplicación de sanciones es más laxa (y las barreras políticas son menores). Afganistán ha emergido como uno de los mayores compradores en esa región, importando cerca de 418.000 toneladas, un aumento de aproximadamente 50% interanual. Parte de ese volumen se está moviendo a través de Kazrosgaz, la empresa conjunta de Rusia con Kazajistán, lo que le da a esta operación un nivel adicional de “blindaje”.
Lo que no está tan claro es si Afganistán y Asia Central han reemplazado completamente a Europa en términos de volumen. Los datos disponibles no muestran que Rusia esté exportando más GLP en total. Muestran que Rusia está exportando de manera diferente. La fuerte caída de los precios domésticos del GLP tras la prohibición de la UE el año pasado sugiere que la oferta superó momentáneamente a la demanda, lo que indica un desplazamiento más que un crecimiento. En otras palabras, Rusia probablemente perdió compradores europeos de mayor margen y los sustituyó por compradores de menor margen, más cercanos a casa.
Hay otra capa que también importa. Los comerciantes afirman que el aumento de los envíos rusos de GLP hacia Afganistán se ha dado en parte a costa de Irán, otro proveedor sancionado. Eso significa que Afganistán no necesariamente está consumiendo mucho más GLP que antes: simplemente está cambiando entre fuentes sancionadas.
Desde el punto de vista geopolítico, el cambio en los flujos de GLP tiene sentido. Moscú ha profundizado gradualmente sus lazos con el gobierno liderado por los talibanes, siendo el primer país en aceptar formalmente a un embajador afgano. Rusia también ha ampliado la cooperación energética para aumentar su influencia en Asia Central y del Sur. El GLP es barato, transportable y una herramienta política inteligente: mantiene los vehículos en marcha, los hogares calefaccionados y las relaciones “calientes”.
Como muchos analistas astutos predijeron al inicio de las sanciones, Rusia sigue vendiendo. Y Afganistán sigue comprando.
Fuente: OilPrice.com
