Compradores y comerciantes de petróleo en toda Asia observan con gran preocupación la escalada del conflicto en torno a Irán, mientras la principal región importadora del mundo se prepara para el impacto de cualquier interrupción en las exportaciones provenientes del Golfo Pérsico.
Asia compra más de cuatro quintas partes de todo el crudo producido en Medio Oriente, y el 90% de ese volumen pasa por el Estrecho de Ormuz, según datos de Kpler SAS.
A continuación, tres preocupaciones clave para el mercado asiático a medida que el conflicto se intensifica:
- El vínculo Irán–China
China, el mayor refinador de petróleo del mundo, obtiene alrededor del 14% de su crudo desde Irán, según datos de Kpler. Sin embargo, los flujos reales podrían ser aún mayores, ya que muchas importaciones procedentes de la República Islámica se etiquetan como provenientes de Malasia, Emiratos Árabes Unidos u Omán, para evadir las sanciones de Estados Unidos.
Si bien las grandes empresas estatales chinas procuran evitar violar directamente las sanciones, el país en su conjunto no reconoce las sanciones unilaterales impuestas por EE.UU.. Y estos cargamentos con descuento siguen siendo atractivos.
Existe una preocupación creciente por una posible interrupción de estos envíos. Esto ha incrementado la demanda de crudos que pueden cargarse en el lado del Océano Índico del estrecho, como el Murban de Abu Dhabi y el crudo omaní. Otros grados que podrían beneficiarse de cualquier amenaza al suministro iraní incluyen el ESPO ruso, que se carga desde el puerto de Kozmino en el Lejano Oriente, así como crudos de Angola.
- Exportaciones de combustibles de Irán
Irán no solo exporta crudo: también es un exportador importante de fuel oil, principalmente de tipos con alto contenido de azufre, utilizados para el transporte marítimo o como materia prima en refinerías.
Gran parte de este suministro termina en centros de abastecimiento de buques como Fuyaira (Emiratos Árabes Unidos), Singapur y Malasia. El llamado fuel oil straight-run, que puede sustituir al crudo, suele exportarse a pequeñas refinerías de bajo margen en China, conocidas como «teapots».
Irán también posee vastas reservas de gas natural, compartiendo uno de los mayores yacimientos del mundo con Catar. Aunque la mayor parte se consume localmente, el país exporta subproductos como gas licuado de petróleo (GLP) y condensados.
El sector de plásticos de China depende de Irán para casi el 25% de sus importaciones de GLP, que puede utilizarse para cocinar y calefaccionar, pero también como materia prima petroquímica en la producción de plásticos. Esa relación se ha intensificado desde que los flujos provenientes de EE.UU. —tradicionalmente el mayor proveedor de China— se desplomaron debido a conflictos comerciales a principios de este año.
“Si hubiera una interrupción total del suministro iraní de GLP, o incluso una reducción del 50% del volumen promedio enviado a China, el país tendría pocas alternativas relevantes”, afirmó Samantha Hartke, jefa de análisis de mercado para las Américas de Vortexa Ltd.
- La influencia de Irán en rutas marítimas clave
La gran mayoría de las importaciones asiáticas atraviesan el Estrecho de Ormuz, convirtiendo a esta vía marítima en un punto crítico para los comerciantes de petróleo. Aunque Irán podría optar por no bloquear físicamente el paso, también tiene la capacidad de amenazar la seguridad de la navegación en el Mar Rojo, la ruta más corta entre Asia y Europa, utilizando aliados como los hutíes en Yemen.
Aproximadamente el 9% del comercio marítimo mundial pasa por el estrecho de Bab el-Mandeb, lo que representa más de 2 billones de dólares en bienes por año.
Esto podría afectar el suministro de Asia procedente de Rusia, que ha redirigido sus exportaciones hacia los mercados orientales luego de ser excluida por EE.UU. y compradores europeos a raíz de la invasión de Ucrania en 2022. Los buques que transportan estos grandes volúmenes —desde el crudo Urals hasta la nafta— deberán decidir si continúan arriesgando la travesía por el Mar Rojo o si, en su lugar, rodean el Cabo de Buena Esperanza, enfrentando semanas de demora.
Fuente: The Economic Times