Abril es reconocido como el mes de la seguridad en diversas industrias y sectores, y no hay momento más oportuno para destacar los altos estándares de seguridad que caracterizan a la industria del Gas Licuado de Petróleo (GLP) en América Latina. En un sector que maneja un producto inflamable, utilizado diariamente por millones de familias y empresas, garantizar operaciones seguras no es solo una exigencia técnica, sino un compromiso ético y social.
Un desafío regional con impacto directo en la confianza del consumidor
En América Latina, el GLP desempeña un papel central en la matriz energética de varios países, ya sea en el abastecimiento de zonas urbanas y rurales, en la cocción de alimentos, en el transporte o en aplicaciones industriales. En muchos de estos contextos, es la principal o única fuente de energía disponible. Precisamente por ello, los incidentes relacionados con la seguridad —como fugas, escapes o explosiones— tienen gran repercusión y pueden afectar la confianza pública en todo el sector.
Mantener altos estándares de seguridad es, por tanto, esencial no solo para proteger vidas y patrimonios, sino también para preservar y garantizar la continuidad del GLP como una opción energética viable, accesible y sostenible.
Marca: más que identificación, un compromiso con la seguridad
En el sector del GLP, no se puede hablar de seguridad sin hablar de la marca, que no es simplemente un elemento de marketing o identificación comercial. Representa un compromiso explícito del distribuidor con el consumidor. Llevar un cilindro hasta el hogar de una familia implica asumir la responsabilidad por ese producto: su calidad, cantidad, integridad, trazabilidad y, sobre todo, su seguridad.
La marca conlleva la obligación de hacer. Es la garantía de que el cilindro pasó por los procesos de recalificación, llenado, transporte y distribución bajo los más altos estándares técnicos. En millones de hogares latinoamericanos, la marca visible en el cilindro transmite confianza, transmite cuidado. Y precisamente por ello, preservar el valor de la marca es proteger el vínculo de credibilidad que sustenta toda la cadena.
Además, la identificación mediante la marca en los cilindros desempeña un papel fundamental en la mitigación de fraudes e irregularidades. La ausencia de un sistema de identificación confiable dificulta y encarece la fiscalización, dejando al mercado vulnerable ante agentes que pueden comercializar GLP sin cumplir con los estándares mínimos de seguridad requeridos. Este escenario tiene como consecuencia la precarización del servicio, con la circulación de cilindros sin el mantenimiento adecuado, lo que aumenta el riesgo de fugas y explosiones.
El marco regulatorio
En mercados como Argentina, Brasil, Chile, Colombia y Uruguay, por mencionar algunos, el marco regulatorio vigente incentiva a las distribuidoras a realizar inversiones continuas en la recalificación y mantenimiento de cilindros, asumiendo la responsabilidad de garantizar que estén siempre en condiciones adecuadas para su uso. En toda la región, las inversiones en recalificación alcanzan cifras que suman miles de millones de dólares anualmente, garantizando la integridad y seguridad del sistema. La exclusividad de uso de los cilindros por parte de las distribuidoras que los mantienen representa un estímulo imprescindible para realizar dichas inversiones. Si no existiera esta garantía, habría un desincentivo significativo para que las empresas continuaran asumiendo los elevados costos de recalificación y mantenimiento, lo cual podría comprometer tanto la seguridad como la eficiencia operativa del sector.
Sin embargo, aún existen mercados en América Latina donde el modelo adoptado transfiere por completo al consumidor la responsabilidad del mantenimiento de los cilindros, exigiendo que el usuario transporte el cilindro vacío hasta un punto de recarga y cubra los costos de su descarte y reposición al final de su vida útil. Esta práctica resulta en un modelo que precariza la calidad del servicio ofrecido, ya que excluye de la cadena de distribución la responsabilidad técnica y operativa sobre un activo que requiere mantenimiento regular, inspección rigurosa y trazabilidad. El resultado, con el uso prolongado de cilindros fuera de los estándares técnicos y sin la debida recalificación, es el aumento significativo del riesgo de accidentes, exponiendo a familias y comunidades a situaciones potencialmente graves. Se trata de un modelo que, bajo una cuestionable premisa de reducción de costos operativos, termina debilitando los pilares de calidad, confianza y seguridad que deben guiar cualquier servicio esencial a la población.
AIGLP: promoviendo el diálogo y el perfeccionamiento
La Asociación Iberoamericana de Gas Licuado de Petróleo (AIGLP) ha actuado como una plataforma de diálogo entre los distintos actores del sector, promoviendo el intercambio de experiencias y la valorización de las mejores prácticas de seguridad en toda la región. Más aún, la AIGLP se ha consolidado como un punto de convergencia entre empresas, autoridades regulatorias, instituciones técnicas y organismos internacionales, fomentando la construcción de una agenda común para el fortalecimiento de la industria del GLP. Su papel es fundamental para crear sinergias, alinear visiones e impulsar políticas públicas y estrategias que valoren la innovación, la eficiencia y el compromiso con la sostenibilidad. La seguridad, en este contexto, no debe verse como un costo, sino como una inversión esencial para proteger vidas, garantizar el desarrollo económico y preservar el papel estratégico del GLP en la transición energética de la región. Al promover la cooperación regional y estimular la adopción de altos estándares de calidad y responsabilidad, la AIGLP reafirma su compromiso con una industria más integrada, moderna y preparada para los desafíos del futuro.
Conclusión
El futuro de la industria del GLP en América Latina depende de su capacidad para operar con seguridad, transparencia y responsabilidad. Por ello, durante este mes dedicado a la seguridad, es imperativo reforzar la importancia de preservar las buenas prácticas regulatorias y de intensificar la fiscalización para asegurar que la industria del GLP siga los más altos estándares de seguridad y eficiencia. La seguridad de los consumidores debe ser siempre la máxima prioridad. Un sector bien estructurado y rigurosamente regulado genera beneficios para todos los involucrados: consumidores, distribuidoras y la sociedad en su conjunto, que seguirá contando con una fuente de energía segura, confiable y accesible.
Fabrício Duarte
Director Ejecutivo