«El GLP reduce considerablemente el tiempo de cocción y en consecuencia el tiempo dedicado a la actividad de alimentación», destaca
Marcelo Colomer, investigador del Grupo de Economía de Energía del Instituto de Economía de la Universidad Federal de Río de Janeiro (IE/UFRJ). En la entrevista, habla sobre los subsidios al consumo de GLP, el papel del GLP en temas de salud pública y más temas.
1. Desde el punto de vista de la Academia, ¿cómo se ampliaría el acceso de la población de bajos ingresos a combustibles más modernos y limpios?
Siempre que se habla de ampliar el acceso de la población de bajos ingresos a las fuentes de energía, se considera directamente algún tipo de subsidio al consumo. Esto se debe al peso que el consumo energético, sea eléctrico o el propio GLP, tiene sobre la renta familiar de la población de bajos ingresos. Sin embargo, los subsidios horizontales aplicados directamente al precio de la energía terminan beneficiando el consumo de una porción de la población que no forma parte del público objetivo de la política en cuestión. En el caso del GLP, por ejemplo, la reducción uniforme en el precio del cilindro de 13 kg beneficia, además de la población de bajos ingresos, a una parte importante de los consumidores comerciales y residenciales de ingresos medios y altos. Además, genera incentivos para que los consumidores que actualmente utilizan envases más grandes migren al bote de 13 kg, aunque es menos eficiente para su perfil de consumo. Así, las políticas horizontales para estimular el consumo pueden generar muchas distorsiones y significar una mala asignación de los recursos públicos. Las políticas más eficientes son aquellas que dirigen los recursos públicos directamente al público objetivo deseado.
2. ¿Cómo la expansión de la cobertura del GLP puede contribuir al desarrollo social y las cuestiones de salud pública?
Considerando que una porción significativa de la población de bajos ingresos todavía utiliza biomasa de baja calidad para cocinar, la expansión del GLP a estos hogares trae grandes ganancias, no solo en relación a la reducción de problemas de salud, en particular de enfermedades respiratorias, como de calidad de vida, ya que al ser mucho más eficiente energéticamente hablando, el GLP reduce considerablemente el tiempo de cocción y en consecuencia el tiempo dedicado a la actividad de alimentación. Es importante señalar que el uso de leña en hogares de bajos ingresos afecta a más mujeres y niños que, por otros problemas socioeconómicos, ya son más vulnerables.
3. Como investigadores, ¿notaron alguna influencia del auxilio de emergencia en el consumo de GLP residencial?
Hay una serie de estudios realizados que muestran una sensibilidad relativa del consumo de GLP a las variaciones en los ingresos. Esta sensibilidad es mayor cuanto mayor es el peso del consumo energético sobre los ingresos familiares. Considerando la importancia y esencialidad del consumo energético, es más sensible al peso que representa en los ingresos que al precio absoluto de las fuentes energéticas. En el caso del año 2020, hay indicios de que en los estados donde los auxilios de emergencia contribuyeron al aumento de los ingresos familiares, hubo un aumento en el consumo de GLP. Sin embargo, se deben realizar más estudios ya que el año 2020 fue atípico en muchos sentidos. Las políticas de aislamiento social, especialmente en los primeros meses del año, incrementaron la duración de la estancia y el número de comidas en los hogares, lo que también contribuye a explicar el aumento del consumo energético. Por lo tanto, necesitamos realizar estudios más sólidos para identificar con precisión el efecto de las ayudas de emergencia en el consumo de GLP en 2020.
4. ¿Cuál es la relación entre las políticas públicas y el consumo de GLP de las clases de menores ingresos?
Como ya se mencionó, el consumo de GLP por parte de la población de bajos ingresos es muy sensible al peso que tiene en los ingresos familiares. Un bueno indicador a analizar es la evolución del peso del GLP sobre el salario mínimo. Es decir, como el precio del GLP tiende a fluctuar mucho más que el salario mínimo, generalmente ocurre una reducción del poder adquisitivo de la población de bajos ingresos entre períodos de reajustes en la renta mínima. Si tenemos en cuenta que desde 2019 los precios del GLP cobrados por la Petrobras comenzaron a vincularse al mercado internacional, lo que tiende a aumentar las fluctuaciones en el precio final, las diferencias entre el costo de la energía y el ingreso familiar comenzaron a oscilar aún más. Así, las políticas públicas que mantengan el poder adquisitivo de la población de bajos ingresos son fundamentales para reducir la pobreza energética.
Conozca más sobre el tema en el webinar «Mercado libre: un debate latino sobre la formación de precios del GLP», un evento realizado por la AIGLP en alianza con la EPBR y con la participación del investigador del Grupo de Economía de Energía del Instituto de Economía de la Universidad Federal de Río de Janeiro (IE/UFRJ), Marcelo Colomer: https://www.youtube.com/watch?v=PERYbQ5eJRc .