El panorama energético global de los hogares está atravesando una transformación significativa, a medida que un segmento cada vez más amplio de la población, en particular en los países en desarrollo, migra hacia suministros de gas de cocina más baratos y limpios. Este movimiento, impulsado principalmente por presiones económicas, mayor conciencia sobre la salud y consideraciones ambientales, está remodelando los patrones de consumo de energía y generando tanto oportunidades como desafíos para el mercado.
Si bien ofrece beneficios sustanciales —como mejores resultados en salud, protección ambiental y eficiencia de costos— la transición no está exenta de complejidades, incluidas la volatilidad de los precios y las interrupciones en las cadenas de suministro, como lo demuestran acontecimientos recientes en diversas regiones. Esta tendencia en evolución está forzando una reevaluación de la infraestructura energética, de los subsidios al consumidor y de la viabilidad a largo plazo de los métodos tradicionales de cocción, con profundas implicaciones para la salud pública, el desarrollo económico y la sostenibilidad ambiental.
Un giro global hacia el GLP y el Gas Natural (GN)
El cambio actual hacia fuentes de gas de cocina más baratas es un fenómeno multifacético, caracterizado principalmente por el reemplazo de combustibles tradicionales de biomasa (como leña y carbón) y queroseno por Gas Licuado de Petróleo (GLP) y, donde la infraestructura lo permite, gas natural (GN).
Esta transición gana impulso en varios continentes, impulsada por iniciativas gubernamentales, avances tecnológicos y cambios en las preferencias de los consumidores.
Eventos recientes refuerzan este compromiso global con la cocina limpia. En febrero de 2025, Uganda, con apoyo del Banco Mundial, intensificó sus esfuerzos para promover el uso de gas en hogares y negocios, con el objetivo de reducir en hasta un 40% los costos del gas de cocina y proteger su cobertura forestal. En septiembre de 2025, Kenia lanzó el “Mwananchi Gas Project”, parte del Programa Nacional de Expansión del GLP, distribuyendo gratuitamente cilindros de 6 kg y quemadores a familias de bajos ingresos, además de incentivar a las escuelas a sustituir la leña por GLP.
En Brasil, está previsto para el 5 de agosto de 2025 el lanzamiento de un programa que distribuirá cilindros de gas de cocina a 17 millones de familias de bajos ingresos, ofreciendo un alivio financiero crucial y fortaleciendo la seguridad alimentaria. En Sudáfrica, en octubre de 2025, el Ministro de Electricidad anunció que el gobierno evalúa subsidiar el costo de los cilindros y recargas para ayudar a comunidades pobres dependientes de la leña y el carbón.
Estas iniciativas reflejan un esfuerzo conjunto de los gobiernos para hacer que los combustibles más limpios sean accesibles y asequibles.
Ganadores y perdedores en la transición energética
El creciente cambio hacia el gas de cocina más barato crea un escenario claro de ganadores y perdedores en el sector energético, impactando a productores, distribuidores e incluso a fabricantes de electrodomésticos.
Ganadores: empresas de producción, importación y distribución de GLP y gas natural. Proveedores y comercializadores globales de GLP se benefician del aumento de la demanda, especialmente en economías emergentes. Desarrolladores de infraestructura —oleoductos, terminales de almacenamiento, plantas de envasado— también registran fuerte crecimiento. Fabricantes de cilindros y equipos de cocina a gas igualmente ganan terreno.
Perdedores: sectores basados en combustibles tradicionales, como el comercio de leña y carbón, que verán caer su demanda. El mercado del queroseno también tiende a reducirse. En algunos mercados desarrollados, crece la competencia de las cocinas eléctricas de inducción, lo que puede desafiar la demanda de gas natural residencial. Los países altamente dependientes del GLP importado siguen siendo vulnerables a la volatilidad internacional, como lo demostró la reciente crisis en Nigeria, donde huelgas industriales y retrasos en la distribución llevaron a una severa escasez y alzas explosivas de precios, forzando a familias a volver a la leña y al carbón.
Implicaciones más amplias y políticas regulatorias
Esta transición no es solo una tendencia económica, sino un movimiento crucial con amplias implicaciones para la salud pública, la sostenibilidad ambiental y el diseño de políticas energéticas.
El cambio se alinea directamente con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU (ODS 7 – Energía Asequible y No Contaminante, y ODS 3 – Salud y Bienestar). La reducción de la contaminación intradomiciliaria mejora la salud de los hogares, en especial de mujeres y niños. En el plano ambiental, reduce la deforestación y las emisiones de carbono negro.
Los gobiernos están implementando diversos mecanismos: subsidios directos, distribución gratuita de cilindros, modelos “Pague por Uso (PAYG)”, que permiten compras en pequeñas cuotas. Pero estas políticas exigen fuertes compromisos fiscales y capacidad administrativa para garantizar eficiencia y evitar fraudes.
El camino a seguir: oportunidades y desafíos
En los próximos años, se espera:
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Corto plazo: más programas de subsidios, expansión de redes de distribución e inversiones logísticas, pero también desafíos como volatilidad de precios y combate al mercado paralelo.
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Largo plazo: adopción casi universal de combustibles de cocina limpios en muchas naciones en desarrollo, con enormes beneficios en salud pública y preservación ambiental.
Las empresas del sector energético tendrán oportunidades en infraestructura, electrodomésticos eficientes y soluciones de pago accesible. No obstante, la sostenibilidad financiera de los subsidios y la volatilidad global seguirán siendo riesgos críticos.
Un cambio transformador con impacto duradero
La creciente migración hacia el gas de cocina barato entre los hogares representa un momento transformador en el panorama energético global, con implicaciones duraderas para miles de millones de personas.
Más que un simple cambio de combustible, es una prueba del esfuerzo global por mejorar la calidad de vida, proteger el medio ambiente y promover un futuro más sostenible.
El impacto final se medirá no solo en términos económicos, sino también en vidas más saludables, tiempo ahorrado y mayor bienestar para las familias en todo el mundo.
Fuente: Finantial Content