(Por Sergio Bandeira de Melo*)  El mercado brasileño de GLP es un ejemplo internacional y su regulación económica es una referencia para varios países. Algunos países aspiran a alcanzar los niveles actuales del mercado nacional, mientras que otros se acercan a los estándares brasileños de excelencia en el servicio y garantía de suministro copiando el modelo.

Lo cierto es que el mercado brasileño es extremadamente complejo. A pesar de la compleja logística que garantiza la presencia de GLP en miles de municipios, con el envío de 33 millones de cilindros de 13 kg puerta a puerta cada mes, el sector se mantiene libre de problemas de adulteración, ofreciendo un producto sin defectos de calidad, cantidad ni integridad.

Al considerar el sector, siempre debemos tener en cuenta la recirculación de envases. Esta característica ofrece increíbles ventajas, pero a cambio requiere mucho control y responsabilidad. El sistema de recirculación reduce los costes operativos, garantiza agilidad y permite al consumidor recibir envases en perfecto estado con cada compra de gas, con derecho a asistencia técnica, sustitución y a un responsable fácilmente identificable, incluso en caso de incendio.

No es fácil ofrecer el nivel de servicio y garantía observado en Brasil, fruto de mucha experiencia y de un modelo económico que reduce los costos de fiscalización del Estado.

Hay países que optan por modelos con envases sin marca, lo que permite a cualquier embotellador llenarlos y venderlos. Sin embargo, cuando este sistema se aplica a los envases recirculables, el resultado es un desastre inminente. Asistimos a la «tragedia de los comunes» en el mercado de cilindros: sin un responsable claro ni mecanismos que incrementen los costos de inspección, parte del mercado se encamina hacia la informalidad y la falta de control. El Estado se mantiene perplejo, con las manos atadas, observando la proliferación de oportunistas que, sin invertir en nuevos cilindros, participan en el mercado de forma desordenada. No ofrecen menores costos, simplemente se apropian del margen comercial y reducen los niveles de servicio. El mercado de cilindros se encamina hacia el declive, a medida que se reducen las inversiones en mantenimiento, recalificación y reemplazo, exponiendo a todos al riesgo de envases con productos inflamables.

En otras ocasiones, se presentan como una solución competitiva modelos ineficaces, como el llenado fraccionado y remoto de contenedores. El llenado fraccionado consiste en llenar el cilindro con solo una fracción del volumen, mientras que el llenado remoto se realiza fuera de las bases de distribución. Sin embargo, sabemos que este tipo de servicio solo es adecuado para algunos tipos específicos de cilindros, equipados con válvulas especiales, que no pueden formar parte de un sistema de recirculación, lo que requiere que el consumidor acuda a un punto de llenado, recoja el cilindro, espere a que se llene y regrese a casa. Imaginar que un proceso artesanal como este podría ser una solución competitiva solo tiene sentido sin una evaluación económica. ¿Existen mercados similares? Sí. El mercado norteamericano no cuenta con llenado fraccionado de cilindros, pero sí con llenado remoto. Este modelo existe con cilindros equipados con una válvula de sobrellenado y solo puede usarse FUERA DEL HOGAR. Existe una prohibición expresa para su uso en interiores, como en cocinas de apartamentos o casas, debido a la fragilidad del sistema. Implantar esta práctica en un país donde el 91% de los hogares utiliza GLP como principal fuente de energía para cocinar parece irrazonable.

Es importante destacar que mercados como el norteamericano no son comparables con el nuestro. En EE. UU., solo entre el 3 % y el 4 % de las ventas de GLP se realizan en envases transportables, mientras que en Brasil esta cifra se acerca al 80 %, considerando envases de 5 a 45 kilogramos.

Cualquier cálculo indica que el costo logístico será mayor para el consumidor, que el costo de llenar cilindros pequeños aumentará y que el precio final del producto será más alto. Esto no genera bienestar social, no reduce los precios ni aumenta la competitividad. Lo que se observa en mercados comparables a Brasil es que este modelo emerge como un nicho y, debido a la incapacidad financiera del Estado para asumir los altos costos de inspección, pronto vemos cilindros de todo tipo llenándose en lugares inadecuados, sin válvulas de seguridad, lo que genera un sistema confuso que mezcla envases recirculables con no recirculables.

Ante todas estas situaciones, la regulación económica debe garantizar los niveles actuales de seguridad y evitar la desorganización total del sector. Para ello, es necesario establecer un estándar alto para la entrada de nuevos agentes. Esto no significa impedir la entrada de nuevos competidores, sino dejar claro que es necesario cualificar, invertir y asumir las garantías y responsabilidades que exige el comercio de GLP. No existe una barrera de entrada ilegal, sino un problema estructural relacionado con la cualificación, capaz de generar bienestar social, garantizar la seguridad del consumidor y la integridad del mercado, y no un mecanismo para proteger a los competidores existentes. A modo de referencia, en 2024, solo en la flota de contenedores de GLP de 13 kg, las empresas de distribución invirtieron más de R$1.000 millones en mantenimiento y compra de nuevos cilindros. ¿Qué sucedería con estas inversiones en caso de una desarticulación?

Cabe destacar también que el mercado de combustibles está despertando un creciente interés por parte del crimen organizado. Debido a su tamaño y al alto volumen de impuestos involucrados, este sector se ha convertido en un blanco atractivo para el fraude y el contrabando. Según un estudio del Foro Brasileño de Seguridad Pública (FBSP), el crimen organizado en Brasil ya se beneficia más de la venta ilegal y el contrabando de combustibles y bebidas que del tráfico de cocaína. El estudio indica que, en 2022, los grupos criminales acumularon R$146 mil millones anuales provenientes de actividades ilícitas relacionadas con combustibles, bebidas, cigarrillos y oro, mientras que los ingresos provenientes del narcotráfico fueron de tan solo R$15 mil millones.

Específicamente en el sector de combustibles, los ingresos de los delincuentes alcanzaron los R$61.500 millones anuales, lo que representa el 41,8% del total acumulado por las bandas. Se venden ilegalmente 13.000 millones de litros de combustible cada año, con pérdidas fiscales estimadas en R$23.000 millones. Esta situación pone de manifiesto la necesidad de medidas urgentes para proteger el mercado legal y evitar problemas similares en el sector del GLP.

Si la regulación económica no establece mecanismos sólidos para prevenir la entrada de agentes oportunistas, el sector del GLP podría sufrir impactos similares a los del mercado de combustibles. La regulación debe ser un instrumento para proteger a los consumidores y preservar la estructura que convierte al mercado brasileño del GLP en un referente internacional.

*Presidente de Sindigás

Fuente: AmericaGLP