El Gas Licuado de Petróleo (GLP) desempeña un papel fundamental en la matriz energética de América Latina, siendo una fuente de energía confiable, accesible y versátil para millones de hogares, comercios e industrias en toda la región. Su amplio uso se debe a su capacidad para proporcionar energía eficiente en áreas urbanas y rurales, garantizando acceso a una alternativa moderna y limpia en comparación con combustibles tradicionales como la leña y el carbón.
Además de ser esencial para la seguridad energética, el GLP impulsa el desarrollo económico al permitir actividades productivas, apoyar a pequeños negocios y ofrecer una solución práctica para sectores como la alimentación, la hospitalidad y la manufactura. Su portabilidad y flexibilidad lo convierten en un energético estratégico, especialmente en países con infraestructura eléctrica limitada o en regiones donde otras fuentes de energía presentan restricciones de disponibilidad.
En el contexto de la transición energética, el GLP se posiciona como un aliado en la búsqueda de un futuro más sostenible. Su combustión genera emisiones significativamente menores de contaminantes locales y gases de efecto invernadero en comparación con otros combustibles fósiles, contribuyendo a la reducción del impacto ambiental y a la mejora de la calidad del aire. Además, la creciente incorporación de biogás y biopropano en el mercado refuerza el papel del GLP como un puente hacia la descarbonización del sector energético.
Ante estos aspectos, analizaremos cómo avanza la industria del GLP en la región, sus desafíos regulatorios y presentaremos propuestas para que sigamos desarrollándonos de manera sostenible.
Producción y Consumo de GLP en América Latina
Al analizar el período entre 2018 y 2024, la producción total de GLP en América Latina disminuyó aproximadamente un 10 %, alcanzando en 2024 un total de 15,62 millones de toneladas métricas (mtm). De esta producción, el 60 % provino del procesamiento de gas natural y el 40 % del refinado de petróleo. Brasil y Argentina fueron los únicos países que registraron un crecimiento en la producción, mientras que México presentó una reducción significativa. En general, la gran mayoría de los países mantuvo estable su nivel de producción de GLP.
Por otro lado, la demanda se ha mantenido estable con un ligero incremento en 2024, cuando alcanzó los 30,21 mtm, siendo el consumo residencial responsable de aproximadamente el 65 % del total.
Entre los países analizados, Perú se destacó como el único en mostrar un crecimiento sostenible en la demanda, impulsado principalmente por el aumento de la flota vehicular a GLP, un segmento que representa alrededor del 40 % del consumo total en el país, la proporción más alta de América Latina. Todo este crecimiento ha sido el resultado de un ecosistema bien diseñado, compuesto por talleres de conversión, estaciones de servicio y fabricantes de automóviles, lo que ha promovido el desarrollo continuo del sector.
Panorama Regional y Desafíos Regulatorios
Al observar las cifras de oferta y demanda, se evidencia que 1 de cada 2 kilos de GLP consumidos en América Latina es importado, en su mayoría desde Estados Unidos, que representa el 80 % del volumen importado en la región.
De cara al futuro, con la maduración de las reservas de gas natural en la región y el proceso de electrificación del transporte como parte de la transición energética, la tendencia indica un aumento de las importaciones de GLP. Para ello, será necesario invertir en infraestructura de almacenamiento y en terminales marítimas con capacidad para recibir buques de mayor calado, lo que permitiría reducir los costos de importación.
Estos proyectos requieren seguridad jurídica y regulatoria, algo que no ha sido una constante en los países de la región.
En este sentido, el sector enfrenta desafíos significativos en diferentes mercados. En México, por ejemplo, la dependencia de las importaciones pasará del 60 % al 80 % en los próximos años, mientras que el control de precios dificulta las inversiones necesarias para mejorar la infraestructura. Recientemente, la reducción de las tarifas de distribución en un 50 % ha incrementado los desafíos de la industria local, comprometiendo incluso las condiciones mínimas para ofrecer un servicio seguro y de calidad a la sociedad.
En Brasil, la revisión regulatoria en curso contempla cambios que podrían afectar negativamente la calidad del servicio y, en particular, la seguridad de la industria. Propuestas como la liberación parcial del llenado de cilindros y la flexibilización del uso de marcas comerciales deteriorarían el nivel de servicio ofrecido por la industria y pondrían en riesgo a millones de consumidores, bajo la falsa premisa de aumentar la competencia y reducir los precios.
Por otro lado, Argentina atraviesa un proceso de desregulación progresiva en el que los precios del GLP serán determinados por la oferta y la demanda. Los valores comenzarán a reflejar los costos reales de la cadena de distribución y se eliminarán barreras regulatorias que impedían la libre asignación de recursos, promoviendo un acceso más equitativo al GLP en todas las regiones del país, especialmente en aquellas sin acceso a la red de gas natural. Además, las inversiones en la explotación del yacimiento de Vaca Muerta señalan un aumento significativo en la capacidad de producción de GLP, que podría duplicarse para 2030. Esta tendencia refuerza el papel estratégico de Argentina como exportador de GLP en la región.
En Brasil, una noticia positiva es la posible autorización del uso del GLP en calderas, saunas, piscinas y motores, aplicaciones actualmente prohibidas por la normativa de la agencia reguladora. La ampliación de los usos permitidos beneficiaría a los consumidores al aumentar su libertad de elección en función del precio, la oferta y la conveniencia. La eliminación de restricciones facilitaría una competencia más justa y, dado que el GLP tiene una distribución amplia en el país, garantizaría su competitividad en cualquier región.
Infraestructura, Regulación y la Sostenibilidad del Sector de GLP
Para que el sector del GLP en América Latina pueda desarrollarse de manera sostenible, es fundamental que las políticas regulatorias logren un equilibrio entre la seguridad del consumidor y la previsibilidad para los inversores. Algunas directrices clave incluyen: la eliminación gradual de subsidios y controles de precios que distorsionan el mercado, permitiendo que la competencia determine valores justos y sostenibles; marcos regulatorios claros y estables que fomenten la inversión privada en infraestructura y garanticen la continuidad del suministro; y una regulación eficiente, sin excesos, que combata las prácticas ilegales e informales, asegurando un entorno de competencia leal entre los actores del sector.
Sin embargo, hemos observado con preocupación decisiones políticas y regulatorias que amenazan la sostenibilidad del sector. La reducción de inversiones en combustibles fósiles por razones ideológicas, la negligencia en el mantenimiento de la infraestructura y la creciente dependencia de importaciones sin el debido respaldo logístico son desafíos urgentes. Además, es fundamental intensificar la lucha contra la ilegalidad y la informalidad, que comprometen la seguridad de la sociedad e impactan negativamente la economía formal.
Conclusión
El GLP sigue siendo una pieza clave para el desarrollo energético de América Latina, ofreciendo una solución confiable y versátil para diversos segmentos. El exceso de intervencionismo debe ser reemplazado por un modelo regulatorio moderno que fomente la inversión y promueva el crecimiento sostenible del sector. Solo así podremos enfrentar los desafíos futuros y consolidar al GLP como un pilar de la seguridad energética en la región.
Fabrício Duarte
Director Ejecutivo de la AIGLP