Un batacazo. Así definieron en el sector energético la noticia de que la empresa local Pluspetrol se quedó con los activos petroleros de la estadounidense ExxonMobil en la Argentina. La compañía, de bajísimo perfil, fundada hace 45 años por Luis Rey y Héctor Poli, pagará en efectivo más de US$1700 millones por uno de los campos petroleros con mayor potencial de producción en Vaca Muerta. De esta manera, superó la oferta de otras empresas competitivas, como Pan American Energy (PAE) y la sociedad entre Vista y Tecpetrol (el brazo petrolero de Grupo Techint).
Pluspetrol actualmente es la cuarta empresa operadora de producción de petróleo del país, con 41.300 barriles diarios (por detrás de YPF, PAE y Vista), y representa el 6% del total de la oferta local. Un poco más de la mitad de esa producción, 21.300 barriles, salen de la cuenca no convencional, según datos de la consultora Economía y Energía (EyE). En gas, se posiciona como la quinta operadora de referencia en Vaca Muerta, con una producción de 9,3 millones de metros cúbicos diarios (m3/d).
La “mina de oro” de la empresa, sin embargo, no se encuentra en la Argentina, sino en Perú, donde opera desde hace 20 años el mayor yacimiento convencional de gas de la región, Camisea. Es un área que marcó un antes y un después para la macroeconomía de ese país, ya que le permitió reemplazar las importaciones de gasoil por producción local y comenzar a exportar. De hecho, Perú es el único de país de Sudamérica con una planta de procesamiento de gas natural licuado (GNL), como la que quiere instalar YPF en Río Negro. Actualmente, Camisea aporta a Perú alrededor de 2% del PBI de manera directa e indirecta.
El campo gasífero, en realidad, había sido descubierto por Shell, en 1982, pero la petrolera internacional –de capitales británicos– nunca lo llegó a poner en producción, ya que consideraba que no había suficiente demanda para todo el gas que había disponible. En este entonces, debido a la cercanía de Perú con la Argentina, el gobierno local obligó a Shell a nombrar la base de operaciones como campamento Malvinas, que hoy se mantiene.
En 1998, el gobierno de Alberto Fujimori le quitó la concesión a Shell porque habían pasado más de 15 años sin desarrollo y la volvió a licitar. Ese mismo año, la ganó la sociedad compuesta por Pluspetrol, Hunt Oil, SK Innovation, Tecpetrol, Repsol y Sonatrach, y en 2004 comenzó la producción.
La operación, a cargo de Pluspetrol, no era nada sencilla. Situado el yacimiento en medio de la selva amazónica, había que negociar con las comunidades nativas el uso del terreno y había incluso que llegar con helicópteros a algunos pozos (la construcción del gasoducto, en 2000, a cargo de Techint, tampoco fue tarea fácil, ya que tenía que atravesar además la cordillera para llegar a Lima). Hoy, el 96% del consumo de gas de Perú proviene de Camisea y además abastece el 40% de las necesidades de la generación eléctrica total.
Si bien el precio de gas estaba regulado y acotado, el gran negocio para Pluspetrol estuvo en la libertad de comercializar los líquidos asociados a ese gas natural, donde hizo una diferencia importante en cuanto a la rentabilidad del proyecto (son el principal distribuidor de camiones cisterna de gas licuado). El camino en Perú, sin embargo, no fue todo un lecho de rosas. La empresa enfrentó una denuncia en Países Bajos, donde tiene su sede central, y debió pagar una multa millonaria por daños ambientales en la Amazonía.
La mujer más rica de la Argentina
La expertise de Pluspetrol comenzó tiempo antes, en la década de 1977, cuando se posicionó como una empresa contratista de YPF para la recuperación secundaria de pozo y obtuvo la operación del campo Centenario, en Neuquén. A los dos años, ganó la concesión del área Ramos, en Salta, un yacimiento abandonado a 1000 metros de altura, que le permitió volverse especialista de perforación en altura. Pluspetrol lo desarrolló y llegó a producir 12 millones de m3/d (actualmente está seco). Luego, instaló una planta de generación eléctrica en Tucumán, que tiempo después vendió.
Su fundador, Luis Rey, era un empresario muy hábil, de fuerte personalidad, muy circunspecto, que “se hizo a sí mismo”, como lo describen en el sector. Egresado del colegio nacional Mariano Moreno, se recibió de ingeniero y fue socio de la Editorial Abril, que publicaba las revistas Claudia, Siete Días y Panorama. En 1972, se convirtió en uno de los fundadores de Papel Prensa, contratada por el Estado para levantar una fábrica en la provincia de Buenos Aires. Al año siguiente, vendió la compañía al grupo Graiver.
Rey también se desempeñó en la actividad de la construcción con su empresa, Ingeniería Tauro, que fue una de las principales del rubro hasta su crisis, a fines de los 80. Además, era propietario de la fábrica de tornos mecánicos Turri. De allí que aprovechó su experiencia en la construcción para entrar al negocio petrolero y nunca más lo abandonó.
El empresario fundó Pluspetrol junto a la familia Poli. Las acciones estaban repartidas en un 70% y 30%, hasta que el año pasado, la familia Poli vendió su parte y la familia Rey quedó como única accionista. Luis Rey falleció en febrero de 2005, pero quedaron a cargo de la compañía su esposa, Edith Rodríguez, considerada la mujer más rica del país, y sus tres hijos. El mayor, Ricardo Rey, es actualmente el presidente de la compañía.
Desde el principio, la empresa nació para ser internacional. Además de ser la primera productora de gas y petróleo en Perú, tiene presencia en Ecuador y oficinas administrativas en Estados Unidos, Países Bajos y Uruguay. En otras épocas de su historia exploró y operó áreas en Venezuela (fueron expropiadas), Bolivia, Colombia, Costa de Marfil, Argelia, Angola y Túnez.
Durante la crisis de 2001, Rey negoció la venta de Pluspetrol a Repsol YPF, pero no prosperó. Hoy, Pluspetrol tiene ingresos anuales por US$2000 millones. Este año, hizo inversiones por US$899 millones, de los cuales US$600 millones fueron destinadas a la Argentina.
Unos días antes de que se anunciara la compra de los activos de ExxonMobil, Pluspetrol había contratado a Guillermina Sagasti para hacerse cargo de las operaciones de extracción de petróleo y gas. Se trata de la exdirectora de Geociencias de YPF, donde había trabajado casi 14 años. Es una de las personas que más conoce la riqueza de Vaca Muerta, según cuentan en el sector.
La empresa, que mantiene su sede en Países Bajos para evitar la doble imposición de Ganancias, tiene en el país cinco yacimientos no convencionales (se destaca La Calera) y uno convencional, ubicado entre La Pampa y Mendoza (El Corcobo).
Además, cuenta con una concesión offshore en la Cuenca Malvinas, en el Mar Argentino, junto con las internacionales Tullow y Harbour (exWintershall DEA), y proyectos de litio a través de su subsidiaria Lítica Resources (en 2022 vendió el proyecto Pozuelos-Pastos Grandes por US$960 millones a la china Ganfeng). Próximamente, podría convertirse en la segunda empresa operadora de petróleo de Vaca Muerta, solo por detrás de YPF (ya cuenta con tres sets de fractura de los 12 que hay en el país).
Fuente: La Nación – Argentina